Unos cuantos meses antes de que naciera el ‘Salvador del Mundo’, dice la tradición cristiana, tres Magos de Oriente se reunieron. Venidos de las tres latitudes principales del mundo, querían rendirle homenaje a aquel que vendría con un mensaje de paz para la humanidad. Por ello, estaban esperando la señal divina que les indicaría el lugar exacto donde nacería el hijo de Dios. Según las escrituras sagradas del cristianismo, ésa fue la Estrella de Belén.
Más allá del mito sobre el nacimiento de Jesucristo, históricamente ha habido debate sobre qué fue realmente la Estrella de Belén. Algunos astrónomos piensan que se trató de un cometa milenario, que atravesó la bóveda celeste aquella noche. La teoría más aceptada hasta ahora, sin embargo, indica que en realidad fue Sirio: la estrella más brillante del cielo nocturno en la época invernal.
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Los magos de Oriente, como se le conoce también a los Reyes Magos, fueron eruditos venidos de Persia, India y Arabia. Trajeron oro, mirra e incienso como ofrendas a Jesús, después de que una estrella poderosa los guiara hasta Belén. Más allá de los evangelios del Nuevo Testamento, no existen registros de la época que arrojen luz sobre este fenómeno.
A falta de información sobre el fenómeno astronómico, los científicos en la actualidad han delineado algunas teorías al respecto. La primera de ellas está relacionada con que la Estrella de Belén pudo ser un cometa que pasó muy cerca de la Tierra, y deslumbró el cielo nocturno que vieron los Magos de Oriente.
Otra posibilidad es que, aquella noche, Júpiter hubiera entrado en la zona este de la constelación Aries, como propone el astrónomo el astrónomo Michael R. Molnar. Esto propició que el planeta reflejara con más intensidad la luz del Sol, y se destacara en la bóveda celeste nocturna. Con todo lo anterior, la teoría más aceptada sobre la Estrella de Belén está relacionada con Sirio: la estrella más brillante del cielo nocturno. Especialmente, durante invierno.
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Traducido de su raíz griega, el nombre de la estrella ‘Sirius’ significa literalmente «aquella que brilla«. Y no es casual que se le conozca así desde la Antigüedad. Por el contrario, al ser una de las estrellas más brillantes del firmamento, durante siglos sirvió como referencia para los navegantes en las latitudes más norte del planeta.
‘Sirio’, como se ha hispanizado el nombre griego, es fácilmente identificable a la izquierda y abajo del Cinturón de Orión. Generalmente, se muy visible hacia el final del año en el Hemisferio Norte, ya que suluminosidad domina el cielo nocturno junto a la Luna. Esto es todo lo que sabemos sobre ella y su fulgor único.
El brillo intenso de Sirio es tan presente en la bóveda celeste porque está relativamente cerca de nuestro Imagen Astronómica del Día de la NASA.
Durante años, se ha conocido a Sirius como la ‘Estrella del Perro’, «porque es parte de la constelación Canis Major«, según Space. El nombre se traduce del latín como ‘el perro mayor’. Antiguamente, los egipcios pensaban que la combinación del Sol y Sirius era responsable del calor extremo durante la época estival. En el cielo nocturno, puedes encontrarla aquí.
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