Desde hace milenios, los Alpes franceses se recubren de una manta blanca desde octubre hasta las primeras semanas de abril. Con los primeros despuntes de la primavera, la nieve retrocede en los picos más altos de Europa. Sin embargo, este recubrimiento natural que marca los meses más fríos del año podría desaparecer para siempre, como consecuencia de la sangre de glaciar.
También conocida como ‘nieve rosa‘ o ‘nieve de sandía‘, éste es un fenómeno que se ha dado en los ecosistemas helados durante siglos. Se decanta a partir de la reacción que tienen organismos microscópicos, conocidos como algas, con la luz ultravioleta que reciben del Sol. En principio, estos animales minúsculos promueven el equilibrio del ecosistema —siempre y cuando no excedan el volumen que permite la creación de glaciares.
Por esta razón, este cambio en la coloración de la nieve y el hielo ya había sido registrado por los locales y científicos con anterioridad en los Alpes. Sin embargo, el aumento de estas floraciones de algas en la nieve se está apoderando de la región francesa de esta cadena montañosa, poniendo el peligro su subsistencia.
El fenómeno es tan conocido que, incluso, biólogos y geólogos de todo el mundo tienen bien identificada a la especie de algas que genera el color rojizo en la nieve. Se trata de Ancylonela nordenskioeldii, que originalmente proviene de Groenlandia. Aunque a simple vista no son perceptibles, en conjunto generan estos mares sonrojados y helados sobre los glaciares del mundo.
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La situación se está haciendo preocupante en los Alpes franceses. El problema radica en que, incluso al día de hoy, no se conoce bien los efectos que las algas tienen en el hielo, ni porqué provocan la disminución de los glaciares. A pesar de que no se ha ubicado qué reacción generan en los mantos de hielo, sí se sabe que están acelerando la pérdida de los glaciares de la mano de la crisis climática.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Frontiers in Plant Science, estos organismos diminutos son «la base de todos los ecosistemas». Esto es así, según la cobertura de The New York Times, por la fortaleza fotosintética con la que cuentan naturalmente. Sin embargo, al momento de duplicarse sin control, pueden desequilibrar al ecosistema en el que se instalen.
En otras partes del mundo, estas mismas colonias de algas se han manifestado como mareas rojas y contaminación en los cuerpos de agua dulce. Esta sobrepoblación genera un cambio en la dinámica de los ecosistemas en los glaciares, y podría ser un detonador de su reducción en los Alpes franceses, a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar.
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